“ARGUMENTACIÓN EN LA DECISIÓN CORRUPTA”

Nombre del Libro“Administración Pública & Corrupción”. Editada por  Zavalia-Scotti. Año 2017

Fue Aristóteles el autor del primer tratado de lógica, llamado “Organón”, monumento a la razón humana. El mismo está dividido en seis libros que tratan sobre el concepto, la interpretación, el raciocinio, la demostración, argumentación y la refutación a los sofistas (fraude dialéctico). La retórica concierne a los métodos de la persuasión, el arte del “buen decir”. Aristóteles examina y discute las tretas de un oficio típicamente sofístico, y de los diversos giros que un rhetor puede utilizar para defender su posición. Para el estagirita, la retórica implica la diferenciación de un conjunto de habilidades, basada en la experiencia de los rhetores, que llevan a la persuasión y el contenido o conjunto de “verdades” en las que se debe persuadir (las cuales fueron previamente estudiadas filosóficamente). De ahí que incluya argumentos persuasivos, pero no estrictamente válidos, basados en premisas plausibles. Precisamente, se persuade por la fuerza del argumento y su evidencia, comprender esto requiere la inclusión de las emociones, el carácter y el propósito moral de aquellos que escuchan, que van vinculados con las emociones, el carácter y el propósito moral que los escuchas tienden a atribuirle al orador.

La retórica se ubica en el área de la opinión, de ahí que ella sea la facultad de considerar los casos particulares en l os que pretenderá persuadir; s e ubica en el camp o de las acciones específicas, atado a las circunstancias históricas y concretas ante las cuales se decidirán los modos para convencer dentro del discurso. El discurso, entendido como la palabra en dirección a otro a fin de persuadir lo. La tarea consiste, entonces, en encontrar aquello que es capaz de ser persuasivo para un tipo de público, lo que causa en él una cierta clase de juicio. Sin embargo, no se queda ceñida a ese campo de la opinión, ya que presenta argumentos, pero también por la fuerza y autoridad del orador y el estado emocional del auditorio. Aristóteles expresa, en su Ética a Nicómaco y en su Retórica, que a las personas de buenas costumbres se les cree más y en especial en aquellos asuntos en los cuales las opiniones están divididas. La credibilidad del orador no es un tema menor, pues condiciona al emisor.

Para él, interpretar es asumir una postura ética. En sus palabras: “La ley no tiene pasiones, que se encuentran en cambio en toda alma humana”. Pasará, la humanidad, por un largo período de tiempo en el cual habrá silencio respecto a la argumentación. Quedará reducido su estudio a un ámbito escolástico. Será el siglo XIX, el período de posguerra, el que hará al hombre reflexionar sobre la importancia de “argumentar” con una télesis “ética”. Será allí donde se tomará conciencia de que el ar te del buen decir y el arte de la persuasión pueden causar estragos si no conservan el “n ético”. Con la Segunda Guerra Mundial, el mundo despierta ante las atrocidades que pue den cometerse “dentro de la ley” y vuelve, entonces, al origen, a Aristóteles, y refunda una nueva retórica de la mano de Chaïm Perelman.

La argumentación en el siglo XX La nouvelle rhétorique de Perelman plantea una visión de l a retórica muy distinta a la de Aristóteles, “porque se trata de una ‘vía intermedia entre lo evidente y lo irracional’, el camino difícil y mal trazado de lo razonable”

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