Corruptorado

Bajo rostros cordiales y encantadores se ocultan obscenos intereses…

Esta obra propone enriquecer el panorama moral y social respecto de las clases corruptas y conduce a los lectores desde la raíz de las formas de razonar del corrupto hasta su pérdida de escrúpulos. De forma llana y clara la autora describe el origen histórico de este flagelo y expone las principales teorías filosófico-humanistas al respecto, insistiendo en la inaplazable necesidad de que nadie quede excluido de este debate.

El uso político de la envidia:
la distribución de favores desiguales

Uno de los deseos más profundamente arraigados del hombre consiste en su afán de evitar la envidia. Debemos distinguir la envidia privada vulgar de la envidia legitimada de indignación popular; esta última será utilizada si un envidioso se hace juez, legislador o político y, en pos de sus seguidores, puede llevar a procesos sociales desfavorables para la comunidad.

Es una creencia común, pero poco estudiada, la siguiente idea compartida y generalizada: “está bien visto ser humilde y está mal visto ser  rico”; con frecuencia, este pensamiento no se exterioriza, pero impregna  las conversaciones y los debates mediante la forma de “prejuicio”.

La envidia no depende de la real desigualdad, pues esta puede desencadenarse ante una desigualdad mínima o inexistente; es algo subjetivo, la dinámica es variable y dependiente de cada persona y grupo.

La envidia socialmente conducida tiene innumerables utilidades, puede controlar inhibiciones sociales, regular, moderar y desatar conductas indeseadas.

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