El mito del Ciudadano Ingenuo

Editorial BIBLOS

¿Cuál es el origen de la visión compasiva que el ciudadano tiene de sí mismo, siempre sufriente y engañado? A través de capítulos breves, Mónica Beatriz Bornia nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad que nos cabe respecto de los gobernantes que elegimos y sienta postura respecto de las soluciones posibles para hacer de la sociedad un lugar “vivible”. Nos conduce a un espejo que nos mostrará quién es el ciudadano y no quedará margen para la hipocresía, aquella que declama un ciudadano ideal, víctima de gobernantes que lo “traicionan” y de los cuales pretende conductas que él mismo no tiene.

Fragmento

¿Quién quiere ser pobre? La hipocresía pobrista

El pobrismo es un enfoque clasista, basado en la dicotomía ricos versus pobres; es una visión sesgada, profundamente ideológica e inmoral. El “pobre”, desde esta mirada “es”; esto conlleva un inadmisible determinismo social al no proyectar un ascenso en la movilidad social mediante diferentes factores como educación, trabajo u oportunidades. La pobreza definiría así al ser humano, y también la riqueza al otro extremo. Debemos abordar el complejo entramado político, social y cultural que se teje alrededor de este concepto.

El rico en este contexto, es una construcción, como lo es el pobre, pues definir a un ser humano en estos términos es éticamente inadmisible. Pero estos conceptos tienen gran utilidad persuasiva en distintos ámbitos y discursos. Derivaciones del mismo son: “el rico es culpable de la pobreza del pobre”, “el pobre nunca será autosuficiente”, “ser pobre está bien (deformación altruista)”; “ser rico está mal”, entre muchas otras.

Claro está, estas argumentaciones son explotadas por la clase política que llega así rápidamente a la legitimación del populismo. Una vez situados allí, será el Estado quien hará “justicia” y repartirá “equitativamente” los recursos.